LA CREACIÓN COMO ES / RAÚL RENÁN

En toda Troya había un solo hombre diferente, que vivió en silencio
frente a Homero.
A nadie le causaba extrañeza verlo caminar con las manos. Iba
al oratorio de Júpiter y debía sentir la rudeza de la tierra, agarraba,
no par esparcir sus grumos con los dedos; las punzadas y raspones  en las palomas le hacían percibir la existencia de dios. Además, veía pasar el andar de pies de toda compostura y descompostura y a los caminantes ir con sus cabezas sobre el cielo. Está de cabeza la gente del mundo y las cúpulas de los templos se bambolean como ebrios. Los cantos al revés y los pájaros de alas hacia atrás. Estaba

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