Halley y la complejidad existencial



Pensar que las películas inician todas con imágenes es un error constante, porque el público sólo presta atención cuando en las pantallas son proyectadas las primeras imágenes, pero esta película inicia y termina con sonidos. Sonidos estremecedores y un tanto desconcertantes pero bien definidos que envuelven en un cúmulo de turbaciones; porque esta es más bien una película que está pensada para contar una “problemática” que atañe constantemente a la humanidad.

La podredumbre del cuerpo, la soledad de la conciencia y la angustia de una sociedad. La muerte como constancia de la realidad y la realidad como presencia dominante de la muerte.
Halley narra la historia de un ser con una condición bastante peculiar y la relación que guarda un hombre con su enfermedad  en una ciudad que vive en constante detrimento. No es un zombi sino más bien un muerto viviente, la manera en que esta trabajada la narración se sale por completo de los clichés hollywoodenses de estos personajes, no es la típica imagen de un ser animal sin conciencia en busca de frescos y jugosos cerebros, ni la de un cerebro jugoso y fresco en busca sin conciencia de seres animales.
Un monstruo contemporáneo de la ciudad de México, un ser que pretende seguir con su vida, con lo que la sociedad marca y dicta como normal, pero ya no es tiempo propio de Beto, porque Beto ya no encaja más en este mundo y él lo sabe. Refleja el terror a la muerte, el miedo a la podredumbre constante, al desgaste diario, al envejecimiento del cuerpo cuando la mente impotente es consciente del andar hacia el fin de todo; ahonda en temas como la inmortalidad y la obsesión por la perfección de la época actual, de la belleza hasta su último esfuerzo y la incapacidad del hombre de no poder detener al tiempo.
Halley es una película independiente con una propuesta totalmente diferente de lo que ya hace tiempo se viene haciendo en México, no hay narco, no hay policías ni ladrones, no hay drogas, no es lo mismo de siempre; es la primera película de ciencia-ficción mexicana rodada entre icebergs y un viento como cuchillas en Groenlandia, un filme totalmente transgresor, rompe las formas pero presenta contenidos que invitan a la reflexión. Recuerda el final de la novela Frankenstein de Mary Shelley.
En Halley el trabajo fotográfico, el montaje, el arte, la iluminación, los tiros de cámara todo está completamente bien cuidado, generan un ambiente  desértico, vacío, marchito, y grotesco, cada departamento de producción y postproducción sabía bien lo que debía hacer mezclando con mucho cuidado cada uno de los elementos, como los ambientes sonoros, la luz, las transiciones y encuadres, cine sensorial en su máxima expresión.
Durante una de las escenas que fue desarrollada en el polo norte, Beto está completamente desnudo a menos 30 grados centígrados, casi pudiéndose apreciar que lo que sentía ya no era frio sino dolor, dolor provocado por esta temperatura. Se siente la desolación por la que pasa el personaje en esta escena.
La preparación de Alberto Trujillo, el protagonista, consistió en  tener que bajar más de 20 kilos a base de una dieta estricta y ejercicio, además de estar en contacto directo con cadáveres en las morgues, lecturas de libros sobre tanatología y tratar con personas enfermas en estado terminal.
Las caracterizaciones y preparativos previos para comenzar el rodaje, iniciaban cerca de las dos de la mañana  y concluían a las siete, con un proceso de cinco horas normalmente cuando la caracterización era de cuerpo completo y no mero primer plano; Adam Zoller y Viridiana Salgado fueron los encargados de este departamento, gracias a estas caracterizaciones el resultado provocado es de asco y repulsión.
Las escenas  en las morgues fueron filmadas en locaciones reales, que alcanzan los  diez grados bajo cero, donde constantemente nuevos cadáveres eran recibidos y preparados para los ritos fúnebres que darán consuelo a sus seres queridos. Esto provocaba que continuamente fueran interrumpidas varias escenas, teniendo que repetirlas. Una mezcla entre imágenes, olores y sensaciones en este tipo de locaciones permitieron que Trujillo, el actor, pudiera identificarse más con “Beto” y así poder desempeñar el trabajo tan grande que está teniendo como resultado que Halley esté ganando premios en diferentes festivales del mundo desde que en el 2012 empezara su gira en festivales de cine.


  • Dirección: Sebastián Hofmann.
  • Producción: Jaime Romandía y Julio Chavezmontes.
  • Guión: Sebastián Hofmann y Julio Chavezmontes.
  • Fotografía: Matías Penachino. Edición: Sebastián Hofmann.
  • Sonido Directo: Raúl Locateli.
  • Diseño de sonido:Uriel Esquenazi.
  • Reparto: Alberto Trujillo, Lourdes Trueba y Hugo Albores.


Puedes mirar la película en 

https://www.filminlatino.mx/pelicula/halley?origin=searcher&origin-type=primary

https://anubisrevista.wordpress.com/2014/03/01/halley-y-la-complejidad-existencial-3/#more-927



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